Julio de 2024
Ha pasado ya un año y medio desde que dejé por escrito mi opinión. Desde entonces me he desentendido del tema, salvo porque, en base a mis intereses mostrados en el pasado, soy periódicamente bombardeado con noticias no buscadas al respecto. De esta forma supe de la rueda de prensa del 3 de Julio pasado por parte de la dirección de ITER, que, como era de prever, ofreció pocas novedades sobre lo esperable . En base a lo reflejado en la documentación oficial 1 2, el director general, se supone que debidamente asesorado por su bien dotado gabinete de relaciones públicas, ha hecho un alarde del uso de esa especie de neolengua orweliana a la que tan proclive es nuestra dirigencia (política o académica, que tanto monta ) cuando de maquillar la realidad se trata. Ahora resulta somos afortunados porque los planes de 2016 no se hayan cumplido ni de lejos, ya que lo que sigue será mucho mejor. Pero vamos, muchísimo mejor .. tanto que se infiere del comunicado que lo que se había anunciado para el 2025 era poco menos que una chapuza para salir del paso (esto lleva implícitas algunas consideraciones que me ahorro); pero lo que se promete para el 2035 será (esta vez sí) una cosa seria.
Me llama la atención nuevamente que se insista en el famoso factor Q como razón entre la “potencia térmica de fusión liberada” y la “potencia de calentamiento” . Esto parece un diálogo de sordos (que no lo es), ya que desde el sector “descreído” se insiste hasta la saciedad en que lo que tiene relevancia es el cociente entre la energía eléctrica producida y la eléctrica invertida (que es lo que le importa a la ciudadanía, que es quien a la postre financia el tinglado). De esto ya escribí y no voy a insistir, sólo mencionar que en nuestra vida cotidiana si el vendedor de cualquier producto se sale reiteradamente por la tangente y no responde a nuestras preguntas concretas sobre tal o cual especificación del mismo, el sentido común sugiere qué conclusión extraer.
Nuevamente se nos solicita un acto de Fé, que, poca broma, es una Virtud Cardinal para los católicos. Parece que la Autorité de Sûreté Nucléaire francesa, que por lo que se ve, al igual que quien escribe esto, no ha sido tocada por la divina gracia de la Fé, posiblemente imbuida de tradición republicana y con la Diosa Razón por delante, no lo ha visto tan claro (aquello de “limpia” y “segura” fuente de energía), pero oportunamente ha sido catalogada como “el malo de la película”. Esto se refleja en este artículo en una publicación de tanta solvencia científica como Science3 , donde además se recoge claramente lo que desde hace algún tiempo no deja de llamar la atención: la aparición, cual setas tras las lluvias otoñales (en este caso de financiación), de una ingente cantidad de “start-ups” variopiontas (la más llamativa para mí, de la que tuve noticia hace pocos meses, es la creada por un ex-comandante de submarinos israelí) deseando pescar a río revuelto de expectativas, prometiendo dispositivos “enchufados a la red” en la próxima década. Obviamente, de ser cierto lo que prometen, la pregunta obvia es: ¿para qué sirve entonces ITER? Ante lo cual, condescendientemente, responden que los desarrollos básicos de ITER (es decir con financiación pública) son importantes y a ellos les queda el lado “práctico” .. y hacer caja.
Para finalizar, no me resisto a hacer notar la insistencia de la dirigencia de ITER en la “hoja de ruta”, expresión que me evoca inmediatamente su uso hasta la saciedad, desde los años 90 del pasado siglo referida al pretendido proceso de paz en Oriente Próximo, impulsado por los Estados Unidos de Norteamérica y sus aliados (“proxies” más bien, utilizando un anglicismo muy de moda) europeos. La terrible y triste realidad de en qué ha desembocado todo aquello la tenemos ante nuestros ojos . No pretendo sacar analogía sesgada y fácil, sólo quiero mencionar que me parece muy desafortunado el uso de esta manida expresión.