Marie Curie

   Maria Sklodowska nació en Varsovia en 1867 y en su niñez sufrió los terribles efectos de la invasión de su país por los rusos, que se llevaron por delante a su madre y a una de sus hermanas, que murieron de tuberculosis y tifus, respectivamente. En 1891 se trasladó a París, donde cambió su nombre por Marie, y comenzó sus estudios en la Universidad de la Sorbona en unas condiciones que hoy consideraríamos inhumanas, pues apenas tenía dinero para comer y mucho menos para comprar leña con la que calentarse. A pesar de ello, dos años más tarde acabó la licenciatura en física con las máximas calificaciones y al año siguiente la de matemáticas.

En 1894 conoció a Pierre Curie, un brillante físico que, entre otras cosas, ya había descubierto la ley de Curie de los materiales ferromagnéticos y la piezoelectricidad, junto con su hermano. Pierre y Marie se casaron en 1895. Pierre terminaría abandonando sus propios trabajos para colaborar con Marie en algo totalmente nuevo: la radioactividad.

 

En efecto, en 1986 Becquerel descubrió que el uranio emitía radiaciones invisibles de naturaleza desconocida, que en principio se relacionaron con los Rayos X, recién descubiertos por Roentgen. Marie Curie dedicó su tesis doctoral a estudiar las radiaciones de carácter similar emitidas por la pechblenda, un mineral de uranio. Fue la primera en utilizar el término radioactivo para describir los elementos que emiten radiaciones cuando se descomponen sus núcleos. Al comprobar que las radiaciones emitidas por la pechblenda eran más intensas que las del uranio que había descrito Becquerel, dedujo que en el mineral tenía que haber elementos desconocidos. En 1898 Marie y Pierre Curie anunciaron el descubrimiento de dos nuevos elementos: el polonio, llamado así en honor del país natal de Marie, Polonia, y el radio. Para poder estudiar ambos elementos, los Curie trataron una tonelada de pechblenda, de la que aislaron un gramo de radio, y algunos miligramos de polonio.

 

En 1903 compartieron con Becquerel el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los elementos radioactivos. En 1904 Pierre Curie fue nombrado profesor de Física de la Universidad de la Sorbona, y en 1905 miembro de la Academia Francesa. Un año después murió tras ser atropellado por un coche de caballos. Pierre y Marie tenido dos hijas, Iréne y Ève, que al morir su padre tenían 2 y 6 años. Años después Irène Joliot-Curie también ganaría un Premio Nobel junto con su marido.

 

A la muerte de Pierre, Marie se hizo cargo de sus clases y continuó sus investigaciones sobre la radioactividad. En 1911 recibió un segundo Premio Nobel, esta vez de Química. En 1914 fue nombrada directora del Instituto de Radio de París; posteriormente fundó el Instituto Curie. Durante la Primera Guerra Mundial montó junto con su hija Irène una unidad móvil para hacer radiografías que ayudaran a localizar de las balas a los heridos. Al terminar la guerra estos aparatos portátiles habían realizado más de un millón de radiografías, salvando la vida de innumerables soldados.

 

Es difícil calcular la cantidad de radiación que recibió Marie, tanto de los rayos X con los que ayudó a curar a los soldados, como de los elementos radioactivos en los que trabajó toda su vida. Respecto a estos últimos baste decir que todavía hoy no se pueden consultar sus cuadernos de laboratorio sin protección contra la radioactividad. Pierre había intuido que unas radiaciones desconocidas podían ser peligrosas para la salud y por ello comenzó a realizar experimentos con ratas de laboratorio. Pero estos quedaron interrumpidos con su muerte, pues Marie se negó durante mucho tiempo a considerar que la radioactividad pudiera tener efectos nocivos. Estaba convencida de que la salvación del cáncer estaba en la radioactividad y no le faltaba razón; lo que no sabía era que la exposición prolongada era también una de las principales causas de esta enfermedad. Como era de esperar, Marie Curie murió en 1934 de una anemia perniciosa causada por las largas exposiciones a la radiación.

 

Para desarrollar su carrera científica, además de una mente brillante, una gran intuición, un tesón fuera de lo común y una capacidad de trabajo extraordinaria, Marie contó con el apoyo incondicional de dos hombres singulares. El primero y bien conocido fue su marido, Pierre Curie. El segundo y no menos importante pero completamente desconocido, fue su suegro, Eugène Curie. Este señor, médico de profesión, se había quedado viudo pocos días antes de que naciera la primera hija de Marie, Irène. No solo la ayudó a traerla al mundo, sino que se dedicó en cuerpo y alma a cuidar de su nieta. De él heredaría Irène su agnosticismo y su sensibilidad socialista, que la llevarían a comprometerse activamente en política desde su juventud. Eugène fue además el principal apoyo de Marie cuando murió Pîerre.

 

Aunque terminó enterrada en el Panteón de los franceses ilustres, Marie luchó toda su vida para que se reconocieran sus méritos como científico en su país de adopción, Francia. Así por ejemplo, a pesar de que durante muchos años fue la única persona que había ganado dos premios Nobel en ciencias, Marie no fue admitida como miembro de la Academia Francesa. Es más, para desacreditarla fue atacada en la prensa de forma extraordinariamente virulenta cuando lo solicitó. Marie tuvo sin duda una vida llena de gloria y reconocimientos, pero también de sufrimientos físicos y morales.

©Adela Muñoz Páez, 2009