Sofia Kovalevskaia
Sofia Kovalevskaia nació en Moscú en 1850, siendo la segunda hija de un alto oficial del ejército ruso. Su curiosidad por las matemáticas surgió tras contemplar durante años las fórmulas matemáticas de los manuscritos empleados para empapelar las paredes de su cuarto. A partir de los conocimientos obtenidos de forma autodidacta, explicó y analizó el concepto de seno tal y como había sido inventado originalmente. Como en Rusia se impedía el acceso a la universidad a las mujeres, Sofía se casó con Vladímir Kovalevski, en un matrimonio de conveniencia, y se marchó a Heidelberg,
donde pudo entrar en la universidad, pero sólo como oyente. Por su brillantez, pronto atrajo la atención de los profesores, que la recomendaron para estudiar en la universidad de Berlín con Karl Weierstrass, a quien se consideraba el mejor matemático de la época. Allí tampoco le permitieron el acceso a la universidad, pero Weierstrass accedió a darle clases particulares. Durante sus años en Berlín escribió dos tesis sobre matemáticas, una sobre ecuaciones de diferenciales parciales y otra sobre integrales abelianas, y una tercera tesis sobre astronomía, dedicada al estudio de los anillos de Saturno, que le sirvieron para obtener su doctorado in absentia. Sólo tras la muerte de su marido, con quien había llegado a tener una hija, fue nombrada profesora de la Universidad de Estocolmo en 1884. En 1888 ganó el premio Bordin de la Academia de Ciencias Francesa con el trabajo “Sobre la rotación de un sólido alrededor de un punto fijo”.
En torno a esa época conoció al científico Maxim Kovalevsky, que le propuso que abandonara su carrera para convertirse en su esposa, Sofía se negó. De forma paralela a su carrera científica desarrolló una carrera literaria escribiendo cuentos y memorias de juventud. Estuvo involucrada en diversos movimientos políticos de marcado carácter izquierdista. Murió de pulmonía tras volver de un viaje a Ginebra con Maxim cuando contaba 41 años. Sus estudios tienen aplicaciones en mecánica y aeronáutica. Sirven para comprender distintos fenómenos, como el de la caída de un avión en barrena o los de frenado y aceleración con el movimiento de los brazos en el patinaje artístico.
©Adela Muñoz Páez, 2009