Jane Marcet
¿Qué tienen en común personas tan diferentes como Michel Faraday, George Darwin, Clara Immerwahr y R. S Mulliken? De entrada todos desarrollaron trabajos en diversos campos de la ciencia. Michel Faraday se considera el descubridor de la electricidad; George Darwin, segundo hijo de Charles Darwin, fue profesor de Astronomía y director de la Royal Society of Astronomy de Gran Bretaña y fue. Clara Immerwahr, la primera que obtuvo un doctorado (en Química) de la Universidad de Breslau, fue más conocida por haber sido la mujer de Fritz Haber, que se suicidó tras el “exitoso” empleo del cloro como gas de guerra en Ypres en 1915, en un proyecto ideado y dirigido por su marido. R. S. Mulliken, profesor de física de la universidad de Chicago, recibió el premio Nobel de Química en 1966. Todos ellos llegaron a la ciencia de forma directa o indirecta de la mano de Jane Haldimand Marcet, una de las mejores embajadoras de la ciencia recién descubierta por Lavoisier.
Estas cuatro personas leyeron el texto de introducción a la química Conversations on Chemistry, escrito por ella. Jane nació en Londres en 1769, siendo la hija mayor de un baquero suizo, que proporcionó a todos sus hijos una formación muy completa, sin hacer distinciones por motivos de sexo, lo cual no era usual en la época. Ya en la casa paterna asistió a muchas reuniones en las que pudo conocer a científicos notables, como Jakob Berzelius, Humphry Davy o Thomas Malthus. No obstante, su interés por la química se desarrolló tras su matrimonio con el médico Alexandre Marcet, que había nacido en Ginebra, estudiado en Edimburgo y ejercía como médico en Londres, llegando a obtener la nacionalidad inglesa en 1800. Fue uno de los primeros médicos que intuyó la importancia que la química, ciencia a la que era muy aficionado, podía tener en el desarrollo de la medicina, y su casa, como antes lo había sido la de su suegro, fue lugar de encuentro y debate de los científicos más prestigiosos de la época. Preocupada por la educación de las jóvenes, y recordando sus propias dificultades para comprender los temas de los que se había hablado en su casa, Jane Marcet escribió obras de divulgación prácticamente de todos los campos del saber. Su texto sobre Química fue editado al menos 20 veces en Inglaterra y 23 en EEUU, a parte de que conoció varias ediciones pirata. Por cierto, su nombre no apreció hasta que el texto no había tenido un éxito notable y ya contaba con 12 ediciones. Asimismo fue traducido al alemán, francés e italiano.
Faraday, de una familia tan humilde que ni le pudo costear ni comprarle libros, nos cuenta que descubrió el texto de la señora Marcet cuando trabajaba con él como aprendiz en una imprenta en la cual entró con sólo trece años. De su lectura obtuvo los conocimientos básicos y desarrolló su afición por la química, ciencia a la que dedicaría su vida, por lo que Faraday decía que debía una gratitud eterna a la señora Marcet; se sintió muy honrado cuando tuvo la ocasión de conocerla en persona; años más tarde, cuando estaba preparando una nueva edición de su obra, sería Jane Marcet le que escribiría a un Faraday ya famoso pidiéndole permiso para reproducir sus últimos descubrimientos. George Darwin disfrutó de lecturas del texto de la señora Marcet comentadas por su padre desde la tierna edad de 8 años, y tres generaciones de los Mulliken disfrutaron de este texto. El mismo Thomas Jefferson, cuando era presidente de los Estados Unidos, además de presidente de la Sociedad Filosófica americana, hizo comentarios elogiosos sobre el que llegó a ser uno de los libros de ciencia más importantes de su país en la primera mitad del siglo XIX. La clave de su éxito se debió al modo en que estaba escrito, en forma conversacional, en la cual la señora B enseñaba a dos alumnas, una de ellas, Emily, aplicada y obediente, y la otra Caroline muchos más espontánea y poco interesada en aprender química. Desde el punto de vista científico cabe destacar el rigor y la preocupación de la señora Marcet por introducir los últimos descubrimientos contrastados. Así con más de setenta años, preparando una nueva edición, se puso en contacto con Sir Humphrey Davy para que le diera permiso para introducir los nuevos elementos químicos descubiertos por él, el potasio y el sodio. El interés de Jane Marcet no se limitó a la Química, pues cuenta en su haber con tratados sobre más de dieciséis temas diferentes, destacando el de Economía Política, que según algunos autores tuvo una difusión mayor que el de Química, habiéndose encontrado incluso una traducción al castellano.
©Adela Muñoz Páez, 2009